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Me desperté, puse un pie fuera de la cama y me preparé para un día igual a todos los otros. Variaban las comidas, las palabras que usaba, la ropa, el peinado,pero tenían algo en común: no estabas vos. Y me acostumbré, como quien se acostumbra a vivir con una enfermedad, con una mancha en la casa, con un color pintado en la pared. El dolor lo volcas dentro de una vaso y seguís, pero con la frente alta, nada de andar dando lástima por los rincones, eso lo hacen las personas débiles, no las minas como yo.